San Pier Giorgio Frassati es otro santo joven canonizado, junto a San Carlos Acutis, por el Papa León XIV el pasado domingo 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro. Ambos jóvenes e italianos, de familias poco creyentes ni menos practicantes, han recibido el reconocimiento de la santidad por parte de la Iglesia, pero no fueron iguales ni coincidieron en el tiempo.
San Pier Giorgio nació en 1901 en la ciudad de Turín. Su padre era agnóstico; fue senador, propietario del diario La Stampa y finalmente embajador de Italia en Alemania. Su madre, una conocida artista plástica. Tuvo una hermana. De pequeño tuvo poco interés por los estudios, pero era muy sociable y cercano especialmente a personas que sufrieran alguna carencia económica. Cuando termina la educación media, regala a los más pobres una generosa donación que su padre le había dado. Decide estudiar Ingeniería Industrial Mecánica, en el Politécnico de Turín, para trabajar en el sector minero, y así estar cerca de los mineros que trabajaban en aquel entonces en condiciones paupérrimas.
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Como joven fue siempre inquieto en causas nobles, motivado fuertemente por su fe en Jesucristo. Preocupado por la justicia social, en 1918 se integró a las conferencias de San Vicente de Paúl, agrupación que llevaba adelante una serie de iniciativas en beneficio de los más pobres. Posteriormente en 1919 entró a formar parte de la Acción Católica. También se opuso al naciente fascismo que encabezaba Mussolini en Italia. En sus años universitarios, conoce a los Dominicos – Orden de los Predicadores – quedando entusiasmado por el pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Fue así como en 1922, después de un año de preparación, hace los votos como laico en la Tercera Orden Dominica, rama laical de los religiosos dominicos. Por otra parte, su otra gran pasión fue el deporte. Se destacaba como nadador y especialmente como alpinista, siendo miembro activo del Club Alpino Italiano. Ascendió varias cumbres de los Alpes italianos. En recuerdo de este joven escalador, en la frontera entre Chile y Argentina en la Patagonia, hay un monte que lleva el nombre de Piergiorgio.
Su muerte fue inesperada. El 30 de junio de 1925, volviendo de visitar algunos enfermos, siente un extraño dolor de cabeza y fuerte inapetencia. Nadie de su familia se da cuenta, pues estaban preocupados de la prolongada agonía de su abuela; tampoco él quiere molestar por su malestar. Cuando alguien advierte su estado, era demasiado tarde; ni siquiera el suero traído urgentemente de París lo puede salvar. Muere el 4 de julio de 1925. Falleció de poliomielitis fulminante.
+ Fernando Ramos Pérez
Arzobispo de Puerto Montt