Arzobispado de Puerto Montt

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En un ambiente de fe y esperanza, la comunidad de Puerto Montt se reunió en la Catedral de la ciudad para celebrar la solemnidad de la Asunción de la Virgen María y conmemorar el Día de la Vida Consagrada. La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Puerto Montt, Mons. Fernando Ramos.

 

En su homilía, el Pastor explicó que la Asunción de la Virgen es “un signo de que la muerte no tiene la última palabra”. Recordó que, a diferencia de lo que ocurre con la vida humana, María fue llevada al cielo en cuerpo y alma: “Cuando celebramos la Asunción, no solo recordamos un hecho singular, sino que proclamamos un misterio de fe: que la muerte no se apoderó de la Madre de Dios. Ella experimentó en plenitud la promesa de la resurrección de su Hijo Jesucristo”.

   

Mons. Ramos destacó que este misterio abre a los cristianos una esperanza profunda frente al dolor de la muerte: “Todos hemos vivido la angustia y la tristeza por la pérdida de un ser querido. Pero la Asunción de María nos recuerda que la vida vence a la muerte, que el amor es más fuerte que el odio, la paz más grande que la violencia y la justicia más poderosa que la injusticia”.

El Arzobispo también subrayó que cuando la humanidad se aparta de Dios surgen el odio, la violencia y la injusticia, pero en la comunión con Él se encuentra la verdadera salvación: “María nos muestra que la santidad consiste en vivir en unión con Dios. Ella es ejemplo y esperanza de que también nosotros podemos alcanzar la plenitud de vida en Cristo”.

Finalmente, Mons. Ramos recordó cómo desde los primeros siglos de la Iglesia se ha reconocido a María como Cristófora, es decir, la que lleva a Cristo, invitando a los fieles a mirar en ella un camino seguro de fe y confianza en el Señor.