Arzobispado de Puerto Montt

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Opinión Arzobispo de Puerto Montt: Un nuevo ciclo

Si bien percibimos el tiempo como algo lineal, que siempre se va moviendo hacia el futuro, también lo experimentamos con ciertas dinámicas cíclicas. Al interior de los ciclos, como un año, siempre se repiten fechas conmemorativas o simbólicas: cumpleaños, fiestas patrias, aniversarios, fiestas familiares, etc. En el ámbito religioso, también el año se expresa circularmente en un ciclo litúrgico en donde se repiten fechas importantes y periodos de tiempo con determinada acentuación, como cuaresma, pascua, adviento y navidad. En unas pocas horas más, estaremos festejando la llegada de un nuevo año, de manera que un nuevo ciclo se abre a nuestros ojos. ¿Cómo será, entonces, este próximo año?

El presente lo percibimos amenazante, pues hay muchas expresiones de violencia. En nuestro país vemos un recrudecimiento de homicidios, asaltos y crímenes, así como también una creciente polarización política que ha generado un lenguaje de descalificaciones personales, funas y agresiones de todo tipo. Si levantamos nuestra mirada más allá de nuestras fronteras, con estupor constatamos la violenta invasión de Rusia a Ucrania, los combates sangrientos en la Franja de Gaza, con miles de muertos entre niños, mujeres y ancianos, e interminables conflictos armados en Africa y otras latitudes. Todo esto nos genera incertidumbre y ansiedad, y la pregunta si acaso es posible la paz.

Hace pocos días celebramos la Navidad, otra fiesta anual importante. Para los cristianos, más allá de las buenas intenciones o el consumismo que la rodean, festejamos por sobre todo el nacimiento del Niño Dios; es la expresión de Dios que se hace uno de nosotros. El profeta Isaías, varios siglos antes de Cristo, anunciaba este momento diciendo: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: sobre sus hombros descansa la soberanía. Sus títulos son: Consejero de obras maravillosas, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la Paz” (Is 9,5). De esta forma, la celebración de la Navidad se convierte en una luz de esperanza para el futuro, ya que nos invita a acoger al que ha nacido como aquel que efectivamente promueve y construye la paz. En efecto, la predicación de Jesús acerca de la venida del reino de Dios y la relación misericordiosa que tenía con los que sufrían alguna dolencia o enfermedad, nos muestra que la paz es posible en nuestra vida. Tenemos esperanza entonces, de que la violencia y la agresión no se apoderen en el 2024 de nuestros espacios de convivencia.

 

 

 

+ Fernando Ramos Pérez

Arzobispo de Puerto Montt